Yo no moriría nunca por mis creencias porque puedo estar equivocado

- Bertrand Russell

jueves, 10 de marzo de 2011

OVNIs. Una óptica ya sin fiebre

Hemos hablado sólo de la probabilidad de vida en el resto del cosmos, sea esta inteligente o no. Ante la falta de evidencias solamente nos queda especular con esas probabilidades y aceptar que es plausible la idea de más vida en el universo, pero que la respuesta más honesta sigue siendo “No sabemos!”.

Y ese es un tema que derramará tinta y pixeles en las décadas y siglos por venir. Un asunto que ha sido y es el motor de un nuevo idealismo, ese que busca responder a una de las cuestiones más fundamentales del ser humano, ese que ya ha sido abandonado por el financiamiento público y que crea ya sus propios héroes en el campo de la desesperanza y la infinita paciencia. ¿Hay alguien más ahí afuera?

Los nuevos oídos del Allen Array
37 años van desde que enviamos el Mensaje de Arecibo y comenzamos a “parar la oreja” para atrapar al vuelo un tren de información modulada perdido en el océano del ruido natural del espacio. Y tenemos el proyecto SETI, el Allen Telescope Array, la Cosmic Call de 1999, el Teen Age Message de 2001, la Cosmic Call 2 de 2003, el Message From Earth de 2008, pero aún no hay resultados. Pareciera que la Paradoja de Fermi nos grita directo a la cara: con la edad que tiene el universo ¿no deberíamos haber agarrado ya algo? Aunque fuese la más casual transmisión de una civilización lejana que ya desapareció.

Y no quedará más que seguir el tedio del esfuerzo de oír y no escuchar nada, porque podría ser que el momento en que dejemos de hacerlo, el anhelado tren de pulsos pase sin que nos demos cuenta.

Pero todo lo que se ha dicho y referido es muy distinto a responder a la pregunta ¿estamos siendo visitados? Esto es más fácil de responder, pero también es más expuesto a los clamores insoportados.

El fenómeno OVNI es uno de los referentes culturales de nuestra época. En el último siglo hemos corrido más allá las bambalinas de los misterios del cosmos, pero nuestra necesidad de trascendencia y significado sólo adoptó nuevos personajes ya más a tono con nuestro nuevo nivel de inocencia. Ahora los viajeros del espacio con propósitos variados le han ganado un poco (sólo un poco) el terreno a ángeles, demonios y dragones en el consciente colectivo.

Tan cultural es el fenómeno OVNI que los extraterrestres no siempre fueron humanoides de corta estatura, grandes ojos, gran cabeza sin cabello y piel gris (los grises). No siempre vinieron de las Pléyades (lindo nombre de origen) sino de sitios tan cercanos e inhóspitos como Venus, Marte o Ganímedes. No en todos lugares se les atribuye las mismas intenciones: mientras en America Latina ha predominado el estereotipo del extraterrestre iluminado y representante de una federación galáctica que trae un mensaje espiritual para salvar a la humanidad, en Norteamérica lo ha hecho el insensible experimentador genético que recurre a la abducción de seres humanos para realizar sus pruebas de laboratorio.

Después de miles de testimonios de encuentros cercanos de todo tipo, miles de fotos y videos, libros, películas, contactados, maestros intermediarios, abducciones, mensajes proféticos ya fallidos o por fallar, cultos religiosos de inspiración ufológica, aún sigue sin aparecer la más exigua pieza de evidencia.

Por desgracia para ambos lados del debate (proponentes y escépticos) la tecnología para editar fotos y videos (Photoshop, Vue 9, etc.) ha logrado desterrar estos medios del club de evidencias aceptables. Pero hay áreas que se mantienen firmes como oportunidades para que aparezcan “pruebas”. Aparte de lo que serían las evidencias más contundentes, como el aterrizaje de OVNIs en frente al propio Capitolio de los Estados Unidos, o la transmisión de un mensaje por todos los canales de televisión del mundo, también el presentar un pequeño instrumento, un elemento de circuitería, un pedazo de aleación o tejido biológico que no puedan de ningún modo tener origen terrestre, serían plenamente válidos.

El astrónomo Carl Sagan decía que a diario recibía cartas de personas que afirmaban estar canalizando mensajes de seres extraterrestres y que podían demostrarlo. Entonces le pedían a Sagan cualquier pregunta a ser transferida a los “maestros”. Este les pedía la prueba matemática del Teorema de Fermat (cuando no había sido realizada por seres humanos) o de la Conjetura de Goldbach. Y hasta ahí llegaba el intercambio misivo. Pero si en cambio preguntaba algo como ¿cuál es la misión de la humanidad? entonces recibía una colorida respuesta llena de guías espirituales y moralidad convencional en un modo vago, y que cualquiera podría componer.

Pero aparte de todo ello y siendo conscientes que la distancia a la civilización inteligente más cercana podría estar en el orden de las centenas o millares de años-luz, vale la pena hacerse la pregunta ¿qué tan factibles son los viajes interestelares?

Entonces hay que argumentar desde el lado escéptico:
  1. Que la Teoría Especial de la Relatividad establece como límite la velocidad luz. Nada puede viajar a mayores velocidades. Es más, lo único que puede alcanzar la velocidad de la luz son las partículas sin masa (fotones).
  2. Que aunque es materialmente posible para una masa aproximarse a la velocidad de la luz, ello requeriría de una astronave una cantidad de energía imposible de obtener y llevar consigo.
  3. Que aunque hasta para los seres humanos comienza a ser factible el realizar viajes a velocidades más bajas, el tiempo requerido para hacerlo asciende a los miles y hasta millones de años.
  4. Que carecen de todo sentido las pretendidas motivaciones conquistadoras de los extraterrestres:
  • Explotación de los recursos de nuestro planeta. Vienen a apoderarse de nuestros recursos pero se gastan 100 veces más en el viaje (pagan avión para ir a robarse un coco).
  • Experimentación genética. Tienen tremenda tecnología para cruzar el espacio ¿pero no la tienen para sintetizar DNA?
  • Entrega de un mensaje de espiritualidad y/o advertencia. Mensajes siempre susurrados a oídos de gurúes a los que se supone debemos creer. ¿Todo el viaje para eso? ¿Traen un mensaje importante y lo que hacen es esconderse? ¿El mensaje mismo es tan "especial" que no se diferencia de lo que la moral y ética convencional nos dice en todo lugar y momento?
Por supuesto que las cotrargumentaciones pueden venir por el lado de la famosa Mecánica Cuántica, en la cual apenas estamos comenzando a atisbar, pero que ya brindó a muchos maestros contactados un comodín rimbombante que sirve de explicación para cualquier acto de magia. Esta es la falacia lógica conocida como “Argumento ad Ignorantiam” que cualquiera puede usar para decir:
- Como no sabemos nada en ese campo, entonces mi clamor específico y sacado de la manga es completamente cierto.

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