Yo no moriría nunca por mis creencias porque puedo estar equivocado

- Bertrand Russell

miércoles, 13 de julio de 2011

Falacias Lógicas. Parte I

Como habíamos dicho, un argumento se construye de dos premisas que se suponen aceptadas y son procesadas por un Principio Lógico de Equivalencia (PLE) para producir una conclusión. Dicho PLE puede ser válido o inválido. Si es válido, aún tiene que pasar la prueba de solidez, lo cual logra sólo cuando sus premisas son ciertas. Un argumento sólido (y por tanto válido) es un argumento ganador.

Normalmente un argumento pretende convencer a la parte oponente sobre el valor de verdad de una idea. Entonces,  en un proceso conocido como racionalización, esa idea toma el rol de una conclusión y se reingenieriza hacia atrás el PLE que la valida junto con las premisas que la generan. Así se racionaliza una conclusión.

Entre buenas premisas y una conclusión que no convence, sólo se puede interponer una o más Falacias Lógicas utilizadas para construir el argumento. La agrupación de esas falacias lógicas o sofismas nos arroja más de 20 tipos, que paso a describir en varios posts. 


Argumento Ad Hominem

Un argumento ad hominem es cualquier intento de rechazar las afirmaciones o conclusiones del adversario a través del ataque a sus características personales, en lugar de atacar sus argumentos.
Miren el camaroncito que quiere dirigir el país!

Ejemplo:
      
      -          “Lo que pasa es que ese señor ya está viejo, por eso opina eso tan ridículo”

Sustituyendo la ad hominem acusación de “viejo” por cualquier otro rango de edad, género, etnicidad, nacionalidad, afiliación política o religiosa, estado mental o físico y ya se tiene una gran variedad de ejemplos adicionales.

El problema con la falacia ad hominem es que no se ataca el argumento que el oponente está haciendo. Por tanto nos quedamos con la duda de si se trata de uno bueno o uno malo.  


Argumento Ad Ignorantiam

El argumento ad ignorantiam es aquel que afirma que una creencia específica es cierta porque no sabemos que no sea cierta.

Ejemplos:
    
   - “No hay ninguna explicación para esas luces que se vieron anoche en el cielo. Por tanto son naves interestelares tripuladas por seres de otros mundos.”
     
    - “Desconocemos mucho sobre cómo funciona el cerebro humano. Por tanto debe haber un zona de éste, capaz de enviar o captar señales a larga distancia.”
     
    - “No sabemos nada de lo que hay después de la muerte. Por tanto seguramente vamos a un lugar en otra dimensión a recibir premios o castigos, y a adquirir repentina omnisciencia.”

Para hacer una afirmación positiva, evidencia positiva debe ser presentada. La ausencia de una explicación alternativa sólo significa eso: que no sabemos. No significa que somos libres de inventar una explicación que nos gusta.


Argumento por Autoridad

La estructura básica de este argumento es: El Profesor X opina A, el profesor X es una autoridad en cierta materia, por tanto A es cierta.

El Profesor X podrá ser una tremenda eminencia en la materia sobre la que está opinando, pero esa idea debe sostenerse con su propia fuerza, independientemente de las laureas alcanzadas por aquél. Esa idea no se hace cierta sólo porque quien la propone es una autoridad.

El reconocimiento de esta falacia lógica a veces se facilita cuando el campo de experticia de la autoridad citada no tiene nada que ver con el tema en cuestión. 

Ejemplo:

    - “El Santo Papa afirma que el uso de preservativos no ayuda a detener la epidemia de SIDA. Lo dice el Papa, por tanto debe ser cierto.”

Esta falacia debe ser tratada con mucho cuidado pues no podemos tampoco descartar a priori las opiniones de los expertos de cada materia. Por supuesto que sobre agujeros negros es mejor prestar más atención a lo que Stephen Hawking tiene que decir, que a lo que a Bill O´Reilly se le pueda ocurrir, pero será siempre los argumentos que Hawking presente lo que habrá que atender, no el título que acompaña su nombre.


Argumento Ad Consequentiam

Este argumento defiende que algo debe ser falso, porque de ser cierto sus consecuencias serían algo que no deseamos. También defiende que algo debe ser cierto, porque de ser falso también tendríamos consecuencias indeseadas.

Ejemplos:

      -  “La ley de compensación  debe ser real, pues de no serlo no se me hará justicia” 
     
     - “El libre albedrío debe ser cierto, pues de lo contrario seríamos robots” (también es una falsa dicotomía, como discutiremos más adelante).

Que percibamos una consecuencia como deseable o indeseable y también percibamos que un hecho de la realidad conduce a ella, no afecta en nada su valor de verdad. El universo y su fría realidad no da un bledo por nuestros deseos o subjetivos esquemas culturales.


Argumento Ad Populum

Es aquel que pretende convencernos que una creencia se vuelve cierta en virtud del número de personas que la profesan.

Por más que trato de imaginar un ejemplo que no tenga que ver con religión, tendré que renunciar a ello. El mejor ejemplo es la religión.
    
   - “Mira, mi religión es profesada por la mayoría de la población, eso debe ser por algo. Entonces mi religión y todas sus afirmaciones sobre la realidad deben ser ciertas.”

El mejor modo de contrarrestar esta falacia es apuntar que no en todos lugares y épocas la religión mayoritaria es o ha sido la misma. Si el argumento ad populum tuviese algún mérito, entonces para un griego de la antigüedad sería fácil concluir que Zeus con todo y barba, túnica y sandalias, es el dios de dioses en el Olimpo desde donde manejan nuestras vidas como titiriteros.

Si una persona puede equivocarse, entonces 7 mil millones también pueden hacerlo. La realidad no se determina por votación.

Argumento de Incredulidad Personal

Este es parecido al argumento ad ignorantiam, salvo que en este caso la excusa no se refiere a la ignorancia global de la humanidad sino a la muy personal y supina ignorancia de quien lo esgrime.

Ejemplos:

     - “Yo no puedo entender cómo el tiempo puede detenerse si se viaja a la velocidad de la luz. Por tanto la teoría especial de la relatividad debe ser falsa”.
   
     -   “Yo no creo que el universo haya comenzado con una explosión de materia. Por tanto la teoría del Big Bang es falsa”.

Prácticamente cada teoría e hipótesis científica puede encontrar un ejemplo de incredulidad personal. En forma general se puede expresar así: “Yo no creo en la teoría X porque no me he tomado la molestia de estudiarla, y si me la tomé no me dio la cabeza para entenderla, y es más fácil irse a comer una paleta de coco al parque. Por tanto la teoría X debe ser falsa.”

La respuesta más efectiva para quien blanda este argumento es:    ¡ESTUDIA!!!! 

(Continuará)

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